
Entre los pliegues de las camisetas, de la ropa interior, también tras las aristas de las fotografías, se colocaban los recuerdos acumulados durante los últimos años. Aguardaban allí cómplices de su situación, de una decisión irrevocable, aunque en esta ocasión daba la impresión de que miraban hacia otro lado. Quizás se sabían culpables.
Haciendo suyo una gran cantidad de aire, como si durante mucho tiempo le hubiera faltado y temiera que volviese a ocurrir, se sentó en el borde de la cama y apoyó la cabeza entre las manos. De estar compartiendo la estancia con ojos extraños, seguramente estos hubieran pensado que dudaba, pero no. Sólo renovaba fuerzas para un último gesto necesario.
Apenas un minuto después, se levantó, devolvió todo a su lugar y marchando únicamente con lo puesto, cerró la puerta a su paso. Nunca más volvió.
(s_gg)