
"En ocasiones ocurre que unas pocas palabras, aunque sí bien escogidas, bastan para demoler pensamientos y creencias fuertemente cimentados en nuestro interior. Este es uno de esos casos."
De esta manera comentaba ayer una entrada antigua en el blog Diario de una obsesión.
Volviendo sobre ese pensamiento, opino que sucede así porque la importancia de todo aquello que realmente la posee permanece en la esencia de lo que es, no en su forma.
La forma es algo efímero, perecedero y, en consecuencia, carente de valor. Por el contrario, es el sentido o el fondo de las cosas lo que les hace poseerlo.
Siguiendo esta idea, decir que uno puede vivir la vida desde fuera, quedándose en la superficie de cuanto le rodea, ya se trate de acontecimientos cotidianos, personas (aquellas con quien compartimos nuestra vida o sólo un momento), experiencias vitales... o sumergirse en ella cerrando con fuerza los ojos, porque lo verdaderamente importante es invisible a estos.
(s_gg)
(En la entrada a la que me he referido en el texto podía leerse: "¿Alguna vez fuiste tan feliz que llegaste a creer que el resto de tu vida serías incapaz de mejorar lo que conseguiste?")