martes, 27 de enero de 2009

Pensando sólo en él



Camisa blanca de la sección de caballero,
ojales pares abrazando botones que no lo son,
braguitas negras, calcetines de algodón desgastados,
un lienzo esperando ser pintado
y un café americano en la mano que no sostiene la paleta.

Un viejo trapo, el que siempre recoge las lágrimas teñidas del pincel,
recuerda que los colores se mezclaron en un tiempo pasado;
pero ahora todo es más simple,
predominan los tonos suaves y las pinceladas leves,
evocando paisajes desde la distancia,
un impresionismo que poco impresiona ya.

Se aproxima a la ventana, como la primavera.
En el cristal se refleja el cuadro que decorará alguna pared,
que ocupará algún hueco que desconcierta y rompe la tranquilidad;
y así, abandonada su mirada en una realidad especular,
se pregunta si ese lienzo no estaría ya pintado,
si el destino, la vida o cómo se llame no estará ya trazado.

En su mente, Otto* arroja aviones de papel que no la alcanzan;
en su pecho, su corazón, lejos de amar, sufre de amargura;
y es que el mundo que soñó a su lado aún no ha empezado,
aún no ha conseguido inventarlo,
porque los colores intensos necesarios para pintarlo
sólo puede encontrarlos en él, en su mirada,
la única capaz de hilar correctamente los fragmentos
de ese mundo soñado pensando sólo en él.

(Soraya_GG)(se lo dedico a él, que aún no sabe que lo es)

*Otto, en la película “Los amantes del círculo polar”,
de Julio Medem, lanzaba aviones de papel en los que
podía leerse la frase de amor más bella jamás escrita.
Me gustaría escribir aquí una cita de la misma película
que, desde mi punto de vista, puede detener el tiempo,
“y nunca he tenido el corazón tan rojo”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aquí está, capturada, la atmósfera en movimiento de la película. Un gusto mirarla en esta pantalla tuya.


Saludos...

(s_gg) dijo...

Un gusto igualmente que seas tú quien la mira.

Saludos de vuelta...