miércoles, 10 de septiembre de 2008

Echarla de menos



Se levantó manteniendo la copa en la mano y con un cortés gesto de caballero, que para el corte de pelo que llevaba era bastante adecuado, me invitó a bailar. No hubo palabras. Ni entonces ni después.

La canción que bailamos era alguna que sonaba en su cabeza, que marcaba un ritmo lento y obligaba la proximidad de los dos. Nada tenía que ver con lo que se escuchaba en aquel momento en el lugar.

No sabía qué hacer. Me dejé hacer. La dejé hacer.

Apenas un minuto después, cuando ya empezaba a cansarme de tanta tontería, note sus labios suaves en el cuello y la humedad de sus besos eligió la dirección opuesta a la de la gravedad.
La abracé fuerte, el par de ases que guardaba en el bolsillo acababa de perderlos. Una vez más, mis intenciones yacían en el fondo de algún vaso olvidado y todos los recuerdos en el corazón me causaban dolor. Apoyada su cabeza en mi hombro, sólo existía su cuello infinito y el calor de una mirada que ahora era inalcanzable, como los últimos dos años lo había sido. Cómo hacer de nuevo mía la tierra de sus ojos, cómo romper la medianoche y volver a aquellos tiempos. Vivir su verdad.

No tengo remedio. Sólo queda echarla de menos.

Y así, bailando sobre el siempre improvisado escenario que reserva la vida para estos momentos, cerramos el local.


(Soraya_GG)

(La canción en su cabeza, me la reservo)

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