jueves, 12 de febrero de 2009

Retrato de un ideal

Sólo era una foto. Sólo pero bastante. No tenía color, no cumplía lo que dictan sobre el enfoque los entendidos en la materia, pero no se podía mejorar. Bastaba. Bastaba para preguntarse por qué, para no comprender nada una vez comprendido lo suficiente, conocida la verdad, para gritar basta.

Se trataba de un retrato, el de la fuerza de un hombre débil, una fuerza que no es contenida por el cuerpo sino por el alma.

El alma entendida como aquello que es razón de una vida, que resume todo lo que nos hace sentir el movimiento (la posibilidad o necesidad de cambios), eso que nos aleja del hastío de la nada es lo único capaz de contener fuerza en lo que al ser humano se refiere, lo único que permanece de él, testigo de lucha, un sigo después, en este caso.

El cuerpo, por el contrario, es efímero y perturbable, incapaz de permanecer y de fuerza o consistencia limitada. Empieza y acaba. La causa de que el hombre entendiéndose este como ente, sea débil.

Sólo era una imagen, conteniendo sólo a un hombre, uno de esos que no teme enfrentarse a un imposible, a repetir una y otra vez lo que otros juzgan absurdo por un ideal posible. Pero esta imagen no mostraba un hombre solo, sino que aunaba su voz con la de otros, de nombres conocidos o acogidos por el anonimato, que también se atrevieron a soñar y creer que un mundo mejor era posible. Por esa razón, este retrato hoy no tiene nombre, porque mañana, al igual que ayer, ese ideal renacerá, incesante e incansable, dando vida a otros hombres débiles.

(Soraya_GG)

2 comentarios:

Iraultza dijo...

No sabía que habías vuelto, tan iluminante como antes, tan delicada, tan tú. Me gusta saber que has vuelto.

(s_gg) dijo...

Gracias por tus palabras (a mí me gusta que te guste).