sábado, 9 de junio de 2007

N. de T.

Nunca supo si entendía sus miradas, si alguna vez pudo comprobar en ellas la medida de lo que sentía. Por eso recurría a las palabras, siempre escritas, por timidez, y a modo de N. de T. a pie de página.
Sus miradas, las de él, tampoco supo nunca leerlas. Prefería contar sus sonrisas, saber si era feliz a su lado.
Sus miradas. Ahora las evita, por temor a que no sean las mismas.

(s_gg)

3 comentarios:

Iraultza dijo...

Hay miradas que no debieran evitarse, aunque se corra el riesgo que me contabas, la de leerse la propia mirada en los ojos de otro.
Es un buen comienzo de plan, contar sonrisas y escribir miradas.

Fackel dijo...

La mirada, las sonrisas...se buscan cuando nos dicen. Se retienen cuando nos reafirman. Se evitan cuando nos confunden. Creo. Sagaz tú.

(s_gg) dijo...

Iraultza, será comienzo y final de un plan que consistía en dejarse llevar (para mí, el mejor plan tratándose de la vida).
Fackel, crees bien, creo.